
Saturday, February 25, 2012
Claro que podías olvidarlo todo cuando os quedaba un mínimo de aguante, y tú lo sabes, te daba igual el camino si al final estaba su cremallera, si aún era posible limpiar las lágrimas con café, solo, con mentiras que sonaban a morirse de pena con el doble de azúcar. Pero tiene que haber alguien que no ejerza mañanas sí y noches no, con quien no tengas que negociar horarios y perdones, a quien no le tiemblen los dedos si tiene que escribir más cartas de amor, alguien que te lea al oído, que te pida cuentos, verdades, libertades, calma.

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